domingo, 30 de marzo de 2014

Mi historia en la enseñanza de ELE

Yo tenía 22 años (da vértigo recordarlo). Venía de una ruptura amorosa y me quedaba sólo una materia para completar mi Licenciatura en Filología Hispánica en la Complutense. En medio del pasillo central de la Facultad, casi olvidado en uno de sus muros, me llamó la atención un anuncio que decía, más o menos lo siguiente: "¿Quieres ser maestro de español para extranjeros? Vente a Granada y haz tus prácticas con nosotros". 

Allí me lancé, un mucho por escapar de mi ecatombe emocional y otro poco por empezar a currar. Qué mejor que en Granada. Qué mejor que enseñando español. Desde luego fue una experiencia inolvidable. Trabajé (sobreviví?) un año en el IEG (Instituto Español de Granada), una escuela en lo alto del Albayzín, donde me hice profesor y, supongo, también hombre. Dábamos clases de sol a sol y por la noche la escuela nos animaba a hacer las funciones de guías turísticos y chicos para todo de los alumnos. 

Después de esa experiencia me lancé a México para terminar mi tesis del posgrado que cursaba en la Complutense. Fui para cuatro meses, a la Universidad de las Américas-Puebla y casi sin comerlo ni beberlo ya me quedé definitivamente allí. En esa universidad, mientras cursaba una segunda maestría en Lengua y Literatura Hispanoamericana hice las veces de profesor de español, un poco como una especie de teacher assistant. De ahí salté a Cuernavaca donde trabajé para el Tecnológico de Monterrey. Y, como soy bicho inquieto, también trabajé para la Universidad Internacional (UNINTER), una universidad curiosa pues nació precisamente como escuela de español (por ella pasó una parte significativa de la izquierda política estadounidense que necesitaba aprender español para expandir su activismo por el continente). Fue en la UNINTER donde di por primera vez clases de formación de docentes (en una de las pocas Maestrías en ELE de México) y donde también naufragué en mi cargo de Director Adjunto provisional (durante 5 meses) en el departamento de español. 

Otros proyectos surgían casi sin buscarlos. Uno muy especial fue la escritura de un relato de ficción que me encargó Edinumen para su colección de Lecturas graduadas. Un género muy curioso, que combina la imaginación de la escritura literaria con la visión docente del profesor de ELE. Así nació "El comienzo del fin del mundo", en el que jugué con el mito del apocalipsis y el rico pasado arqueológico de Cholula. También, para ganarme un dinerillo extra, monté unas clases de español online a través de Skype. Y lo disfruté mucho pues, además de la emoción de jugar a tener tu propio negocio, pude retomar el contacto con antiguas alumnas, estadounidenses todas, que habían pasado por mis aulas. ´Fue en esa época cuando conocí TODOELE y, aunque mi experiencia fue más turística que profunda, la verdad es que me encantó. En poco tiempo aprendí más de ELE que en el Diploma como Experto en la Enseñanza de ELE que cursé a distancia en la Universidad Nebrija de Madrid y que me costó un ojo de la cara (aunque también guardo un bonito recuerdo de esa experiencia, mi primera formación en línea). 

Luego la violencia relacionada con el narcotráfico se apoderó de la imagen internacional de México. Tampoco ayudó la paranoia de la gripe aviar. Y el sector cayó. Y decidí reconvertirme en profesor de escritura académica. 

sábado, 29 de marzo de 2014

Sobre este blog

Antes que fraile fui monaguillo. Quiero decir que antes de interesarme en la Comunidad TODOELE (CT) como objeto de investigación fui uno de sus miembros. Me encantó desde el principio. En aquel entonces (hace ya casi cuatro años) tenía en mente abrir un negocio propio de clases de español online y la CT apareció ante mí como un campo maravilloso de contactos, ideas y tecnologías. Pero mi alma académica me "jaló" a la docencia universitaria, por un lado, y por otro el Doctorado en Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey empezó a consumir más tiempo del que había supuesto. Total, que dejé empantanado el proyecto de mi negocio y, además, me empecé a convertir en profesor de escritura académica, con lo que mi pasión por la enseñanza de ELE empezó a apagarse. 

Una casualidad (si es que existen) quiso que iniciara un segundo doctorado a la par que continuaba el anterior. Y así fue como me metí en este lío (apasionante) de interesarme por la etnografía virtual de las comunidades profesionales online. Qué mejor caso de estudio que la propia Comunidad TODOELE, de la que ya casi me estaba olvidando. Así que, bajo la tutela de la Dra. Carmen y el Dr. Antonio Monclús me decidí como proyecto de investigación el estudio de esta comunidad. ¿Cómo se aprende en ella? ¿qué cosas se comparten? ¿qué la hace atractiva para sus miembros? ¿qué pueden aprender los sistemas de educación formal de este tipo de comunidades virtuales? Éstas son algunas de las preguntas con las que inicio mi inmersión. 

Como en todo trabajo de etnografía, contar con un diario de campo es algo crucial. Pensé que un blog (y no estoy solo en ello, pues desde hace años los etnógrafos virtuales han encontrado en los blogs una herramienta amiga) podría servirme de diario con tres ventajas añadidas: cualquier persona (incluidos los miembros de la CT) puede asomarse a mis anotaciones y comentarlas; me sirve de carta de presentación para legitimar mi trabajo como etnógrafo dentro de la CT; y permite, por su estructura de etiquetado, poder consultar las notas relacionadas con el mismo tema. Los riesgos también son altos, pero me dejé seducir por sus posibilidades. Además, soy adicto a los blogs y desde hace al menos 6 años los utilizo en muchas facetas de mi vida (desde un blog personal que solo uso con mi esposa a los blogs que uso con mis alumnos de la UDLAP). 

¿Qué voy a escribir en él? Todo lo que me parezca significativo de lo que observa y viva en la CT. Tendré otro blog, de configuración privada, en el que tomaré las notas " a pie de calle" (citas, datos, capturas de imagen, comentarios y reflexiones sueltos, emociones personales, etc). Pero éste lo dedicaré a "pasar a limpío" lo más significativo de lo que vaya descubriendo para ir sacando a la luz los análisis un poco más sistemáticos, aunque conserven su carácter fragmentario y provisional. 


Un poco de mí

Mi trayectoria académica refleja mis dos pasiones: el lenguaje y la innovación educativa. Inicié el camino en la Universidad Complutense de Madrid, donde me licencié en Filología Hispánica y donde también hice una maestría en Filología Románica. Esa formación pude enriquecerla cruzando el charco con una maestría en Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad de las Américas-Puebla (UDLAP), una universidad privada, encantadora, de Cholula (Puebla, México).

Fue a partir de entonces que me entregué a la docencia universitaria. Primero como profesor de español para extranjeros en Cuernavaca, donde trabajé para el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Internacional. Y después, ya de regreso a Puebla, como profesor de escritura académica en la UDLAP. También colaboro en la Universidad Autónoma de Tlaxcala en una cátedra de la Maestría de Lenguas Modernas y Análisis del Discurso. 


Como docente y como investigador me interesa especialmente la innovación educativa y, dentro de ella, la exploración de tecnologías digitales bajo modelos educativos emergentes (conectivismo, aprendizaje entre pares, educación expandida, entre otros). Es por ello que me he embarcado en la "aventura" (por usar un eufemismo) de cursar dos doctorados relacionados con estos intereses. En el Tecnológico de Monterrey mi estudio doctoral intenta responder, a través de la investigación-acción, a la siguiente pregunta: ¿cómo abordar en la era digital la enseñanza de la escritura académica en la universidad mexicana? Y en la Complutense estoy iniciando una investigación etnográfica de comunidades virtuales de profesores de ELE, que es precisamente lo que motiva el nacimiento de este blog. Quiero saber, en pocas palabras, qué se aprende y cómo aprenden las personas que participan en esa comunidad. 


Falta un aspecto crucial e ineludible dada mi formación: soy escritor. Pero me siento incómodo en el halo romántico que suele acompañar a ese oficio. En mi caso lo que más disfruto es la escritura pedagógica y divulgativa. He publicado casos didácticos para el Banco Internacional de Casos del ITESM, un capítulo en Mitos de la Lengua
, un relato de ficción para aprendices de español de nivel avanzado (B1) y un capítulo de un libro sobre alfabetización académica dirigido a docentes de nivel universitario. Como investigador mi mayor orgullo hasta la fecha es la publicación de mi estudio en la RMIE (Revista Mexicana de Investigación Educativa) sobre el uso comunitario de los blogs para el desarrollo de una comunidad de aprendizaje académico. Sin embargo, mi incurable optimismo me hace sentir que lo mejor de mi obra como innovador educativo está aún por llegar.